Exceso de datos y déficit de sentido, podría resumir una condición personal, corporativa o societal actual.
Nos faltan relatos. No nos referimos al mentado storytelling, que, siguiendo una lógica reconocible en todas partes, intenta seducir con cuentos que parecen impostados (storyselling). Hablo de relatos o de narrativas que vuelven a ser el núcleo de la experiencia humana y la acción colectiva, porque la ordenan y alinean personas y estrategias y dotan de sentido nuestras decisiones.
El historiador Yuval Noah Harari recuerda que nuestra especie coopera a gran escala porque cree en historias en común; Mariana Mazzucatto demuestra que las economías se mueven por narrativas de valor: somos la historia que contamos y que otros creen. Autores como Byung-Chul Han y Douglas Rushkoff vienen advirtiendo hace rato, que enfrentamos una crisis de narración o un colapso narrativo, respectivamente, ya sea por la hiper aceleración digital o por una cultura de inmediatez, que desea que todo ocurra en un presente continuo. Sin relato no hay rumbo.
¿Por qué el relacionamiento y la vinculación necesitan relatos pertinentes?
Porque coordinan voluntades movilizando tanto a internos como a externos hacia intereses comunes, entonces, los indicadores dispersos cobran sentido. Los datos informan, las narrativas movilizan. Porque legitiman y dan viabilidad a las decisiones, al establecer qué es valioso para la institución o empresa. Toda estrategia se sostiene en un relato y
porque hacen visible un futuro preferible, actúan como brújula en la incertidumbre cada vez más generalizada. Los números dan una base, la narrativa proyecta lo posible.
¿Por dónde comenzar o como reforzar nuestro relato?
Nuestras empresas e instituciones pueden tejer sentido cuando la trama del presente continuo genera colapsos, al menos de tres maneras:
Volver a contar historias que evocan, resuenan y convocan, esto es, que son capaces de hilvanar un pasado común, con un presente desafiante y un futuro mejor. Causas, consecuencias, propósitos.
Diseñar para la atención, generando cada vez más “rituales narrativos” como hitos, ceremonias, objetos símbolos, que disminuyan ruidos distractores y sostengan nuestros vínculos entre internos y con externos a la organización
Convocar al co-diseño permanente no a “campañas”, invitar a co autoría no a recibir lo que “tengo para entregarte”
¿Datos? Sí, pero al servicio de historias auténticas que dan cuenta de quienes somos y hacia donde vamos, de como impactamos cambiando positivamente situaciones a las que contribuimos colaborando con nuestros grupos de interés.